“Yo se que este filete no existe. Que cuando me lo llevo a la boca, la Matrix me esta diciendo a mi cerebro que es jugoso y que esta delicioso…”
The Matrix. 1999
¿Qué es lo bello? ¿Lo decido yo o alguien o algo me está indicando qué debo considerar bello? ¿O ambas cosas a la vez?
Para Charles Baudelaire, lo bello tiene que ver siempre con una doble composición. Pero la impresión que genera es univoca. O sea, el que decide soy yo. Pero no descarta que distintas circunstancias, como la época o la moda le digan a mi cerebro que es agradable o delicioso. Pareciera que hoy en día, esta última opción tuviese más protagonismo.
Decir que lo bello o lo feo tiene que ver con las épocas o culturas donde se mencionan, no es nada novedoso. Siempre se los intentó definir desde algo estático. Por consiguiente, creo que lo bello o lo feo depende del momento y los parámetros en que se tomen. Al decir de muchos, “la belleza y la fealdad depende de la época y de las culturas, lo que era inaceptable ayer pudo convertirse en lo aceptado de mañana y lo que se considera feo puede contribuir, en un contexto adecuado, a la belleza del conjunto”.
Ejemplos tomados del arte: En el cine, ¿cómo se explica que un ser como ET, el extraterrestre pueda resultar lindo, logrando inclusive cambiar el sentido de los extraterrestres en el cine?. O para otros, ¿cómo puede resultar agradable a la vista una pintura, que quizás a otros les parece oscura o sin sentido? ¿O qué decir del arte moderno realizado sobre líneas o con animales?
Lo que se dice bello nos rodea. Lo apreciamos por la razón o por los sentimientos. O ambas a la vez. Pero a no confundir belleza con practicidad. Lo bello se siente dentro de uno. Se podrá obtener con razones, pero ese primer instante de captación es interno y sentido. Es en el espíritu. Eso es lo que hace que para cada uno de nosotros, haya algo bello en particular. Se puede coincidir, pero no es siempre por los mismos motivos.
La diferencia que noto con lo sublime tiene que ver también con el espíritu. Algo bello nos regocija interiormente en un primer paso. Lo sublime, primero te empequeñece, luego te pierde.
Existe una gran mayoría a la que le resulta “bello” que le digan que debe considerar bello. Sabiendo inclusive que no les gusta, aceptan por distintos motivos, que les ordenen a su cerebro que es lo lindo.
Pero ¿se puede contra el don humano de la belleza y su espíritu?. Creo que a uno no le gusta una cosa u otra porque sí. Uno busca, quizás hasta inconscientemente, “ESA” cosa.
Esto me lleva a Sócrates. En el Hipias se pregunta ¿Existe la belleza en si misma?. Primero dirá que sí, para luego decir que no. Pero creo que un debate es sobre la belleza y otro es sobre lo que nos parece bello a nosotros. Benedetto Crocce sostendría mucho más tarde que en la naturaleza hay lo que hay, existencia. La belleza está sólo en lo humano.
Creo que aquí es donde interviene el espíritu de la humanidad. No sé si hay eso que llaman belleza en la naturaleza, quizás sea otra discusión, pero si creo que nuestro espíritu hace que, por distintos motivos, lo veamos bello. Inclusive quizás hasta más tarde, no lo veamos de esa manera, quizás en otros tiempos lo consideremos distinto. Si a esto le sumamos que cuando el hombre crea, crea belleza. ¿Qué más se puede decir?. El espíritu, si se quiere, es aquel que ordena a mi cerebro, a mi alma si se me permite, sentir la belleza de algo. Sea al crearlo, sea al contemplarlo. Hasta quizás sepa uno que ese ALGO no existe. Que cuando lo veo sólo me gusta a mi. Pero en ese momento, ese ALGO está hecho para mí y mi espíritu.
Bernabé Tolosa
martes, 17 de noviembre de 2009
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