miércoles, 7 de octubre de 2009

Brasil, la potencia del Sur



Con la alegría todavía a cuestas por la designación de Río como sede de los juegos olímpicos de 2016, el presidente de Brasil Luiz Inácio Lula Da Silva, llega a Estocolmo para una cumbre con la Unión Europea y negociaciones bilaterales con Suecia. Brasil da un paso más en la arena internacional, consolidando su papel de potencia y vocero regional, pero marcando también claramente su nueva condición de actor global.

La cumbre de la Unión Europea pondrá el foco en el cambio climático y en la crisis financiera internacional. Para Europa el encuentro reviste importancia de cara a la cumbre sobre el clima que se llevará a cabo en Copenhague en diciembre próximo. Es la tercera vez que las partes se reúnen desde el encuentro de Lisboa en 2007 donde se sentaron las bases para una cooperación estratégica.

La Unión Europea ve a Brasil como país influyente a nivel internacional y pilar de la estabilidad latinoamericana por eso le ha otorgado la condición de "asociado estratégico"

Para Suecia la visita también es importante. El país escandinavo tiene en Brasil a su principal socio comercial en América Latina. Las exportaciones suecas en 2007 superaron los mil millones de dólares. El presidente Lula y el primer ministro sueco Fredrik Reinfeldt mantendrán negociaciones para profundizar la relación bilateral especialmente en lo que hace a la innovación tecnológica y el desarrollo sustentable.

Brasil se proyecta a gran escala sin prisa pero sin pausa. La economía brasileña se recupera del terremoto financiero internacional y se siguen promoviendo las inversiones que en el último semestre llegaron casi a los 11,5 mil millones de dólares.

Cuando fue elegido para un segundo y último mandato el presidente Lula dijo que los brasileños estaban cansados de ser una potencia emergente. Este cansancio ha instalado en el horizonte brasileño la idea de pasar a la categoría de país desarrollado y es en ese sentido que Brasil avanza.

Aún cuando queda mucho por hacer Brasil ha logrado reducir la pobreza extrema del 35% en 2001 al 24,1% en 2008. Cuatro millones de brasileños se incorporaron a los sectores medios que ya superan el 50% de la población total.

POLÍTICAS DE ESTADO
El secreto brasileño es pensar el país a largo plazo.Se trata de una estrategia que tiene como ariete a la diplomacia y como base fundamental el fortalecimiento de las empresas brasileñas y la inversion directa de capitales transnacionales.

"Lula hizo un trabajo muy importante en tres frentes externos, el área multilateral, la internacionalización de la economía brasileña, fomentando inversiones de empresarios locales en el exterior y la "articulación con los países" emergentes” dice Amado Cervo, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Nacional de Brasilia.

En los últimos años Brasil pasó de ser una potencia regional en América del Sur a ser un actor global, reconocido por los centros de poder mundiales como los Estados Unidos, la Unión Europea y también China.

Con la idea de influir en los grandes foros internacionales, Lula -que cuenta con un 80 % de popularidad en su séptimo año en el poder-, ha impulsado la institucionalización del G20 como foro global. El desarrollo del G4 o BRICs, el grupo formado por Brasil, Rusia, India y China, cuatro de las mayores economías mundiales, es en gran medida la consecuencia de la voluntad política del gobierno brasileño.

En el plano regional Brasil aparece como mediador entre América Latina y los centros de poder asumiendo de hecho el liderazgo regional. Este liderazgo está salpicado por la relación con el presidente de Venezuela Hugo Chávez. Al tiempo que apoya las iniciativas del bolivariano, Lula trata de moderar su tendencia a los conflictos. La diferencia entre ambos está marcada por el pragmatismo de uno y la militancia del otro. Mientras Chávez levanta su voz contra los Estados Unidos y centra su política en la región, Lula se reúne con Barack Obama y pone el esfuerzo en los foros internacionales donde cumple un papel relevante.

La Argentina, en tanto, que supo tener un rol más preponderante en la región parece relegada a un segundo plano. Mira más a América Latina que a Europa pero carece del protagonismo de Venezuela y de Brasil. Con una política exterior todavía difusa, Argentina parece ir por momentos como furgón de cola de ambos. La clave para recuperar el tiempo perdido está en la voluntad política pero también en el modelo pragmático brasileño. Se trata de conformar políticas de estado y pensar el país de cara al futuro.


Por Eduardo Berezán – Desde Suecia, para www.observadorglobal.com