lunes, 12 de octubre de 2009
La Obamamanía
Desde que llegó a la política, Barack Obama no pasó desapercibido. Impactó durante la campaña para las elecciones de 2004 durante la convención demócrata en las que el candidato era John Kerry. Llamó la atención en su país y el mundo una vez que decidió competir en las internas de su partido, sin importarle tener como contrincante a una de las candidatas más firmes, Hillary Clinton. Volvió a sorprender al mundo al convertirse en el primer afro americano en ocupar el salón oval.
Sus discursos en los que apeló constantemente al cambio, a la unidad de su país, a trabajar por un mundo mejor, destacando la necesidad de luchar contra el cambio climático hicieron de este hombre un líder.
Obama no solo llegó a revolucionar las redes sociales en Internet ejerciendo una nueva manera de hacer campaña política sino que se convirtió en el hombre que con sus palabras buscó rescatar los valores que tanto promociona Estados Unidos.
Después de ocho años de guerras y violaciones a las libertades civiles en su país, y de los derechos humanos en distintas partes del planeta, Obama se convirtió en el mejor embajador de su nación. Entendió incluso que la política llevada adelante por la administración Bush podía hacer del mundo un lugar aun más peligroso para vivir, y no solo por la invasión a Irak. En dos oportunidades, ante un público mayoritariamente musulmán, Barack Obama tuvo que aclarar que su país no estaba en guerra contra el Islam.
En medio de la lucha por sacar a Estados Unidos de una de la peores crisis económicas de las últimas décadas buscó recomponer las relaciones con los iraníes, los rusos, y se mostró más cercano a los gobiernos latinoamericanos.
Terminó con el escudo antimisiles que su predecesor estaba empecinado en colocar en las fronteras de Rusia y llevó adelante junto con Moscú el diálogo para sacar de las espaldas del planeta la mayor cantidad de bombas atómicas posibles.
En poco tiempo Barack Obama prometió muchas cosas, y muchas más se las colocaron en la mochila sus admiradores en todo el planeta. Este presidente que deslumbró a millones de personas en todo el mundo se convirtió en un líder indiscutido.
Pero más allá de sus logros personales, ¿su brillo está ligado a sus políticas o a la diplomacia del contraste? Los efectos generados por George W. Bush a nivel global fueron tan negativos que el solo hecho de prometer no seguir violando los derechos humanos por medio de cárceles como la de Guantánamo y tantas otras secretas en distintas partes del mundo colocaron a este presidente en otro nivel. Esto no descalifica sus logros, ¿pero cuántos de sus discursos son solo promesas?
La realidad es que Estados Unidos enviará miles de soldados más a Afganistán y no está claro si podrá cumplir su retirada de Irak. La mano tendida a los iraníes, paso a convertirse en un ultimátum. El derrocamiento del presidente Manuel Zelaya de Honduras (que ya lleva más de 100 días) no fue catalogado por el gobierno de Obama como “golpe” e incluso se sigue señalando a Zelaya, como el responsable.
¿Cuanto puede realmente cambiar las políticas de un imperio un solo hombre? Más allá de sus discursos, sus actos cotidianos de gobierno lo acercan cada vez más, en muchos aspectos, a la política desarrollada por otros presidentes que lo antecedieron.
La fórmula Obama: Muchos discursos + muchas promesas + un gran carisma = Premio Nobel de la paz.
Por Andrés Repetto, para www.elobservadorgobal.com.ar
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