Según notas publicadas este fin de semana, en nuestro País, 5 mil son los nuevos pobres por día, que se suman a los 16 millones que heredamos de la década de Menem. Otros dicen que son ocho en total, los chicos que mueren por desnutrición por día. Falta sumar a todos aquellos que están en camino y no figuran en estas estadísticas.
Estos fríos números ponen sobre la mesa, aquello con lo que convivimos todos los días en el país y en nuestra ciudad. Estos números no llegan a conmover o a doler como una imagen en televisión en prime time, pero sin dudas que son algo a lo que no deberíamos acostumbrarnos. Esos fríos números son el desierto de la real de este hoy.
Allá por el 2002, apareció Barbarita, una niña que en una escuela de Tucumán se desmayó de hambre. A partir de ese instante, todos dicen haber hecho lo políticamente correcto. Lástima que no se refleje en este hoy.
Debo decir que algunas versiones a uno lo desconciertan. Escucho que el Gobierno se ocupa de los pobres. La oposición muestra su preocupación por ellos también. La Iglesia, imagino que también lo hace, hasta De Angeli y el campo, según se dijo este domingo, también lo hacen. Ahora, si son tantos los que trabajan sobre esta situación, ¿cómo puede ser que convivamos con estas estadísticas? Y al decir estadísticas, digo chicos y grandes anónimos que viven en esas condiciones.
No se busca una competencia de sensibilidades ante la problemática. La necesidad de ocupación que merece el tema, va más allá de este día a día. Ojala pronto se deje de lado la naturalidad con que se dicen estos números. Nada se logrará si le dan continuidad al pensar sólo medidas o políticas para el prime time, de lo contrario todos los caminos conducirán a más de lo mismo para muchos.
Bernabé Tolosa
martes, 4 de agosto de 2009
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