martes, 29 de septiembre de 2009

Reencuentro

Por los dichos, en la zona aun se puede leer la guerra. La guerra contra los inglese y la guerra contra aquellos que decían hacer algo por la Patria.
Por los dichos, el viento que azota las Islas, es el que más recuerda aquellos días, trayendo silencios, miedos, recuerdos, soledad y esperanza. Si, también esperanza, ¿por qué no? Tanto acá, como allí, se tenía la esperanza de que todo terminara pronto. De que se pudiese volver a casa.
Pero para muchos no fue así. Tristemente no fue así, y allí quedaron.
Darwin es el lugar. Allí está el cementerio argentino. Nuestro cementerio. Está en la cima de una colina y el viento sopla constantemente muy fuerte. Como si quisiera arrastrar todo. Pero no podrá. Nunca lo logrará, ya que el amor y los recuerdos son más fuertes.
Las cercas blancas. Los rosarios azules y las lapidas negras. Sobre la gran mayoría de ellas puede leerse “soldado argentino solo conocido por Dios”.
“Y por sus padres, por sus novias, por sus hijos, por aquellos que los amaban”, agregaría yo. Sólo ellos fueron quienes los respetaron, cuando todo terminó.
Por estos días, Ellos podrán llegarse hasta las islas para poder visitarlos por primera vez. Ya ha pasado un largo tiempo. Ha pasado mucha historia desde aquel 1982. Pero hay sentires que no se extinguen, no se consumen.
“Sólo quiero llegar para poder verlo, para poder hablarle y decirle todo aquello que vengo guardando. Para compartir todo lo de este tiempo”, me dijo uno de los padres que viajará al reencuentro.
¿Cómo será ese instante?, nadie, creo podrá saberlo. Ni siquiera aquellos que serán protagonistas. Simplemente sucederá, como aquella partida. “Fue lo que tocó, no es natural que un padre despida a su hijo, pero fue así.”, me dijo con una mezcla de resignación y angustia. Con congoja y con bronca.
Llegar a Malvinas, será duro. Enfrentar el cementerio, será aun más. Las 230 cruces impiden que te detengas en otra cosa, aunque parezca que el paisaje quiera imponerse, aunque parezca que el silencio quiera devorarte.
El viento intentará una vez más, llevarlo todo. Esta vez no será así. Por que ahora más que nunca, las raíces del amor mostraran a trasluz, que no sólo son conocidos por Dios, aquellos que allí descansan.

Bernabé Tolosa

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