lunes, 14 de septiembre de 2009

Benedetti

Todos los 14 de septiembre llamábamos a Mario Benedetti. Ya no puede ser. Es un hueco grande en la amistad y en la poesía. Era un hombre tímido, suspicaz a veces, tenaz y terco, y tierno. Sus enfados podían ser enormes, pero sus reconciliaciones eran igualmente grandes. Tenía muchísima memoria, y muchísima capacidad de olvido también, lo que le hacía memorioso pero no rencoroso. Hoy hubiera sido su cumpleaños. Le gustaban los cumpleaños, recibir a los amigos, sentarse a comer en algún restaurante soleado, tomar pescado sin espinas, contar historias de lo que estuviera haciendo. Su última pasión por los haikus dieron rienda suelta al humorista que alguna vez quiso ser; con sus materiales, que incluían la ironía sobre su propia sombra, y sobre las sombras del amor y la ternura, halló en esa fórmula el modo de subrayar con palabras estados de ánimos, visiones rápidas del alma o de la realidad y del alma. Hoy se pone en marcha en Montevideo su fundación. Ojalá su actividad contribuya a llenar el enorme vacío que para muchos ha supuesto su desaparición, que hoy, en su cumpleaños, se agranda en muchos de nosotros.

Por Juan Cruz, para El País.

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