Lo ocurrido la semana anterior, debería disparar distintos motivos para reflexionar. Entre ellos, yo ubicaría en los primeros lugares, la violencia en que vivimos inmersos.
Que alguien entre a un lugar, lleno de gente y a media mañana de un día de semana, y comience a dispara contra alguien por un ajuste de cuentas, sobrepasa el tema de la falta de seguridad.
Convivimos día a día con la violencia. Violencia de todo tipo. Por eso no se puede alegar que estos hechos son aislados. Va más allá de eso.
¿Qué no está pasando? Realmente ¿no nos damos cuenta de lo que viene y de lo difícil que será detenerlo?
Basta sentarse en cualquier banco de la peatonal y observar algunos minutos, para ver como reaccionamos ante cualquier situación. Puteadas, gritos, golpes y corridas es lo menos que vamos a ver.
Acaba de editarse un nuevo libro del filósofo esloveno Slavoj Zizek, donde analiza este problema actual, que no solo nos preocupa a nosotros. Él distingue entre tres tipos de violencia. La subjetiva, la simbólica y la sistémica. La subjetiva es la más evidente y es la que en primer lugar, así como la única, que se toma en cuenta. Se trata de aquella que encarnan los sujetos. La segunda es aquella que se ejerce a través del lenguaje, no siempre es agrediendo a alguien con palabras graves, a veces no suele ser notoria. Y finalmente la sistémica que es aquella inherente al modelo económico y político vigente.
Analicemos algo de lo que ocurre en nuestra sociedad. ¿Hay violencia subjetiva?, basta tomar los ejemplos que mencioné al principio para preocuparnos y mucho. ¿Qué pasa con la segunda? Basta mirar los noticieros y sobra los casos. Tenemos un De Angeli, incentivando, para luego pedir disculpas, cuando ya la situación se fue de las manos a todos, (para ser dirigente no sólo hay que dirigir, sino también saber manejar a los que acompañan). Y por el otro lado tenemos a un Delia, tan impresentable como el primero, que lo único que hacen es generar más reacciones negativas.
Del tercer tipo de violencia, los casos también abundan, desde la persecución social y estatal que hay en Europa con los inmigrantes, hasta los hechos de violencia que se dieron en el puerto local entre trabadores locales y de otros países por los puestos de trabajo, que bien describieron desde el SIMAPE en el Concejo Deliberante. El sistema actual genera estos y otros ejemplos.
“La violencia siempre es nociva. Por ello ante cualquiera de sus manifestaciones se deben tomar medidas urgentes. Aunque lo mas conveniente es prevenirla desde el dialogo y la tolerancia”, dice Zizek, palabras mas, palabras menos.
El dialogo en este momento en nuestro país, no es lo que mejor se práctica. Hay todo un problema en ello. Los argentinos, a esta altura, ya no identificamos con quien hablamos. Es notoria la falta de interlocutor que sienten todos hoy en día. Esto responde al individualismo creado desde lo sistémico, desde el modelo, donde ahora soy yo y el otro es competencia, hasta el desengaño y la falta de credibilidad en los partidos políticos y en las instituciones. La mayoría, por no decir casi todos, piensan hoy que los partidos políticos no representan a nadie, sino que están más significados por nombres que por plataformas e ideales políticos.
Por consiguiente, al no tener alguien quien responda de una buena forma, la práctica y el fin del dialogo se va perdiendo. En cuanto a las instituciones, lo ocurrido luego del fallo sobre Cromagnon, opinión aparte, destaca los dichos hasta acá.
Dada la situación, la violencia subjetiva es el recurso final que se aplica desde cada uno, ante la falta de certezas y la impotencia, así como los ejemplos negativos en la vida cotidiana.
Aunque suene increíble, no se si será tan así, convivimos con esa violencia estresante. Los medios de comunicación saturan con mensajes el día a día de cada uno, generando las más diversas reacciones.
Asé llegamos a insultarnos desde un coche a otro, estacionar en la rampa para discapacitados, atender mal a aquel que se acerca al mostrador, discriminar al distinto o alentar al hijo para que “rompa” a su amigo en un partido de fútbol entre chicos, para así ganar. Los ejemplos abundan.
La pregunta es si ¿esto es lo normal a esta altura de la historia?, ¿si este es el precio de ser el hombre moderno?
Todos hablamos de la inseguridad, ciudadanos, periodistas, docentes, chicos y sobre todo políticos, pero nadie de la violencia con la que convivimos diariamente. Y mucho menos, hacemos algo para cambiar.
Bernabé Tolosa
domingo, 23 de agosto de 2009
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